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  • Foto del escritorSílvia Pérez

Perdonar a los padres



En cierto modo, luchar nos hace sentir fuertes o que estamos vivos.


Por eso, cuando estamos preparados para perdonar podemos sentirnos amenazados al abandonar la lucha y anticipar cierta sensación de desvalimiento.


Sin embargo, cuando ya no necesitamos defendernos es cuando se desvela el auténtico significado de la seguridad porque uno tiene la confianza arraigada en el Yo y puede permitirse conectar con la propia indefensión sin sentirse en peligro.


Utilizo esta reflexión como antesala para hablar en el post de hoy del proceso de perdón, en particular a los padres.


Seguramente en determinadas etapas ha estado librándose en nosotros una guerra interior en la relación con nuestros padres. Una vez maduramos y estamos en contacto con la complejidad del mundo adulto podemos comprender mejor otras perspectivas y cultivar cierta compasión hacia nuestros padres, algo que es fundamental para nuestra paz interior.


Esto no tiene por qué expresarse externamente, y si no tienes contacto con tus padres tampoco tiene por qué implicar un acercamiento. Se trata de un posicionamiento interno en el que se abandonan las expectativas que nos lleva a exigirles lo que no nos pueden dar.


Se puede desear que sean diferentes y ayudarlos activamente a cambiar, pero para sanar la relación con ellos (y con nosotros) es necesario dejar de aferrarse al hecho de que los padres deban ser de una u otra manera. Seguir pretendiendo que se ajusten a nuestras expectativas alimentará la frustración, el resentimiento y la culpa de unos con otros.


Aceptar sin resistencias como son y lo que nos ofrecen favorece que podamos liberarnos de todo un peso de lucha improductiva y toda esa fuerza mal enfocada la dirijamos a nosotros y nuestro proyecto de vida para construirnos desde la autonomía sin que las ataduras del pasado distraigan nuestra atención.


Nuestra existencia parte de nuestros padres y cuando llegamos al punto de poder honrarles (con todas sus cualidades y limitaciones) también estamos honrando nuestra existencia.

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