Una MIRADA AMABLE con uno mismo es un 'pequeño' gesto con un enorme potencial. Mirarte con buenos ojos tiene el poder de cambiarte la percepción de todo. De hecho, cultivar una MIRADA DE APRECIO hacia el propio SER es el paso previo indispensable para poder mirar al otro y al mundo y RECONOCERLOS de una forma honesta y amorosa.
¿Y eso cómo se hace? Pudiendo poner en valor las propias cualidades y acoger también las propias limitaciones sin tanto juicio.
Demasiadas veces caemos en patrones de exigencia desmesurada donde nos criticamos ferozmente ante cualquier situación en la que no nos vemos cumpliendo las expectativas generadas de 'cómo deberíamos ser (pensar, sentir, actuar). Esa severidad con la que nos tratamos nos convierte en carne de cañón para sembrar patología y caer en relaciones de abuso de poder o de dependencia mútua. Y eso pasa porque no hay un YO consistente donde uno mismo identifica sus propios estados, toma conciencia de su propio funcionamiento y se regula autónomamente pudiendo sostener sus mareas emocionales de una forma comprensiva y cuidadosa.
En consulta y en la vida compruebo una y otra vez que recibir una mirada amable del otro puede cambiar el destino de uno. Si lo hacemos con los otros, ¿por qué no practicarlo más a menudo con nosotros mismos?
El CAMBIO, para que sea auténtico y saludable a largo plazo, empieza de dentro y se manifiesta hacia fuera. Sin un Yo, no hay un Tú ni tampoco se puede construir un NOSOTROS saludable.
Así que... ¿Tú cómo (te) MIRAS?
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