A 31 de Agosto, muchos somos los que nos despedimos de las vacaciones para reincorporarnos a nuestras rutinas, ya sean laborales, familiares o escolares. Pero, ¿cómo nos afecta este cambio? ¿es para todos igual?
Desde hace años que escuchamos hablar del conocido ‘síndrome post-vacacional’, pero ¿a qué nos referimos con ello los profesionales? Se le atribuye esta denominación a aquellos síntomas (tales como el cansancio, la apatía, tristeza, ansiedad) que se derivan de un proceso readaptación a la vida activa tras un periodo de vacaciones. Estos signos no son considerados una enfermedad ni se manifiesta en todas las personas.
Sin embargo, los datos indican que el 57% de los trabajadores se ven afectados por estos síntomas y expresan dificultades a la hora de adaptarse a este retorno.
¿Qué se puede hacer para que sea más liviano el reencuentro con la rutina?
Aquí van algunas sugerencias:
Es importante incorporarse de nuevo a las ‘obligaciones’ de forma gradual, para dar tiempo a que nuestra mente y nuestro cuerpo se vaya preparando al cambio de los hábitos. Por ello, es aconsejable regresar a nuestro destino unos días antes de que finalicen las vacaciones y así favorecer que el cambio no sea tan drástico.
De la misma manera, aprovechar esos días para establecer un primer contacto progresivo con nuestras ‘tareas’ es algo que nos puede ayudar. Para ello nos puede servir establecer pequeñas metas a corto plazo que sean realistas y que en la medida que las vamos realizando, nuestra sensación de competencia y control aumenta, lo que contribuye a reduir la ansiedad y genera mayor satisfacción.
Por otra parte, una vez llegada la fecha de reincorporación al trabajo, si uno tiene margen de poder elegir es preferible hacerla a mitad de semana, de forma que al ser una semana más corta el primer contacto sea más llevadero. Además, si tienes la opción, es recomendable distribuir las vacaciones a lo largo del año para que al volver al trabajo puedas contar con una fecha relativamente cercana que te abra un nuevo horizonte en el que salir de la rutina y reponer energía.
Y siempre, la mejor prevención a la hora de gestionar la rutina y las obligaciones es realizar actividades placenteras que estén incorporadas en nuestra vida cotidiana que te permitan disfrutar, oxigenarte y equilibrar el estrés que puedan conllevar los deberes del día a día. Es obvio que en el caso que las propias tareas laborales/familiares/escolares sean fuentes de satisfacción en los que sentirte realizado es el mejor antídoto contra todos estos signos, pero no todos tienen la suerte de disfrutar con lo que 'tienen que' hacer y para ellos es especialmente importante que reserven un espacio de su tiempo a actividades que les reporten aspectos positivos.
Con estas sencillas indicaciones os doy la bienvenida de nuevo tras mi reincorporación y os deseo una serena vuelta a vuestra cotidianidad.
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