¿Tú también hablas contigo mismo?
¿Ya filtras lo que los otros te aconsejan u opinan desde sus esquemas mentales para ver si encajan con los tuyos?
Es crucial que todo psicoterapeuta o profesional que trate con personas tenga en cuenta que nosotros como trabajadores somos expertos en nuestra materia, pero no debemos olvidar que el cliente/paciente es el experto de su propia vida.
Así que tanto si tú ámbito de trabajo se relaciona con el trato a personas como si tú estás en manos de un profesional que te orienta en determinados aspectos personales, este artículo puede interesarte.
Las vivencias pertenecen a quien las encarna y nadie mejor que uno mismo para conocer qué, cómo, por qué y hasta cuándo. En mi caso comparto la postura epistemológica del constructivismo que entiende que la realidad no se nos revela tal cual y que cada uno construye su verdad de forma subjetiva. Es decir, cada uno piensa, siente y actúa en función de cómo dota de significado a su experiencia.
De esta manera yo entiendo que en la terapia es imprescindible contar con la experticia de la propia persona para sentir, entender y narrar su historia pues todas sus vivencias y decisiones tienen sentido si nos paramos a entender el marco desde el que se construye y su visión sobre las cosas. El compromiso del terapeuta es poder orientar a la persona que acude en busca de ayuda a poder generar los cambios que necesita en la medida que toma conciencia de una visión más completa de lo que le pasa y puede reconstruir la forma de explicarse su historia con matices más ricos y de forma coherente a su sentir y hacer.
Así que con la ilustración de hoy quiero expresar que, aunque haya otras personas (ya sean amigos, familia o especialistas) que nos pueden guiar en nuestros asuntos, no obviemos nunca que cada uno es experto de sí mismo y sólo él puede decidir cómo seguir escribiendo su historia.
