Me acaban de hacer llegar esta carta escrita de una madre a su hija que acompaña muy bien la imagen de hoy, cuyo mensaje nos transmite la importancia de ser uno mismo el que se ocupe de diseñar la llave de saberse y sentirse amado, siendo autónomo y sintiéndose pleno por sí mismo.
No sólo tengo la suerte de que sea mi padre quien me da a conocer esta carta, sino que además cuento con un legado como hija en el que tanto mi padre como mi madre vuelcan con sus palabras y sobre todo con su ejemplo esta forma de entender la vida.
Aquí os dejo con los deseos de esta madre que apelan a que su hija ejerza la responsabilidad y el derecho de vivir acorde a su propio sentir, florezca siendo autosuficiente, se exponga a la vida sin tantos temores y construya relaciones con los otros cimentadas por un amor desapegado, que nutra y expanda.
Querida hija:
Deseo que no pases tu vida esperando a ser rescatada, no hay nada más satisfactorio que ser rescatada por ti misma.
Deseo que nunca temas reírte en alto.
Deseo que aprendas a amar cuando te sientas lista, no cuando te sientas sola.
Deseo que nunca escondas tus opiniones. Habla y habla fuerte. Tú mereces ser escuchada.
Deseo que ames tu cuerpo y te sientas orgullosa de él. Que el “qué dirán” nunca corte tus alas.
Deseo que aunque sea una vez, sientas un amor de esos que estremecen los huesos y hacen ver el mundo de color rosa. Pero que recuerdes que es a ti a quien debes amar primero.
Deseo que toda la vida te sientas amada y que nunca olvides que tienes un hogar en el que siempre eres esperada y bienvenida.
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