El pasado domingo tuve el placer de colaborar en el programa 'Fem el Gos' de Rac1 para hablar sobre el duelo tras la muerte de nuestra mascota. En el siguiente enlace encontraréis el audio: Psicòloga Sílvia Pérez a Fem el Gos (Rac1).
Socialmente hay quien subestima el valor que adquieren las mascotas para sus amos. De hecho, no hace tantos años e incluso hoy en día en según qué contextos, para algunas personas siguen siendo un mero instrumento más de trabajo y de protección, Sin embargo, para muchas otras se convierten en compañeros importantes de rutinas, incluso pasan a ser considerados como un miembro más de la familia.
Esto se explica a través del vínculo que se establece con ellos, donde la persona se nutre de su fidelidad, de su compañía y amor incondicional construyéndose así una relación intensa entre ambos. Por lo tanto, su pérdida puede tener un impacto similar a cuando se da una muerte de un familiar cercano y es especialmente doloroso en personas que era su única compañía como puede ser el caso de personas mayores, o en los niños que han pasado la mayor parte de su vida con ellos.
¿Qué hay que tener en cuenta para poder elaborar la muerte de nuestra mascota?
La dificultad para reponerse de su ausencia será diferente de una persona a otra, y dependerá del tipo de relación que mantenía con él, de las circunstancias que rodean su muerte, etc. Pero es cierto que el impacto de su muerte es intenso porque su pérdida se hace patente en la misma convivencia (al llegar a casa, a la hora de sacarlo a pasear, ...) así que transitar por las etapas de duelo se convierte en un proceso necesario para elaborar y recuperarse después de lo que ha pasado. Esta etapas son las mismas que se dan ante cualquier pérdida importante para nosotros y no aparecen en un orden establecido sino que podemos fluir por unas u otras indistintamente hasta que acabamos por aceptar su pérdida.
ETAPAS DE DUELO
Negación. Se da un proceso de choque con la realidad en el que cuesta asimilar lo sucedido. Inicialmente es una forma de negar su pérdida y amortiguar el dolor que ello comporta. De este modo, en esta etapa es común encontrarnos con que sentimos que no es verdad que ya no está en nuestras vidas, incluso tener el deseo y la convicción de entrar en casa y que venga a recibirnos como de costumbre.
Rabia. Esta emoción aparece ante la frustración de no poder hacer nada para revertir la situación y es una forma de rechazar la realidad que tanto dolor nos produce. Es común cuestionarse internamente ¿por qué ha tenido que pasar? ¿por qué a mi? ¡qué injusto! A veces se pueden buscar culpables ante su muerte o también culparse a uno mismo según como estado el desenlace (si ha sido por un proceso de enfermedad, o accidente, o si se ha tenido que tomar la decisión de poner fin a su vida para que tenga una muerte digna). En este caso es importante recordar que el motivo de la decisión fue desde el amor hacia él y no querer alargar su sufrimiento.
Tristeza. Se da cuando conectamos con el sentimiento que tenemos hacia nuestra mascota (con la que hemos compartido el día a día, muchos momentos de juegos, paseos, incluso la transición de etapas de vida importantes) y la realidad de no poder contar con ello en la actualidad. En esta etapa su ausencia puede hacernos experimentar un vacío emocional, apatía, tendencia a aislarnos pero debemos saber que esta sensación se irá serenando con el paso de las semanas. Hay que tener en cuenta que la tristeza también refleja implícitamente la gratitud ante todos los momentos de felicidad experimentados a su lado, así que es importante conectar constructivamente con el hecho de poder disfrutar de su existencia y de todas estas vivencias conjuntas.
Aceptación. En esta etapa empezamos a aceptar que ya no está, recordando los momentos compartidos con emoción más sosegada, su pérdida sigue siendo importante para nosotros pero podemos vivirlo con mayor serenidad. Todo ello nos permite reconstruir nuestra cotidianidad y proyecto de vida a pesar de su ausencia, aunque siempre seguirá presente en el recuerdo.
¿Qué consejos podemos tener en cuenta para llevar mejor el dolor?
No debemos avergonzarnos de sentir tristeza y llorar por la muerte de nuestra mascota. Es posible que haya personas que no han tenido animales y tengan dificultades para entenderlo, u otras personas que lo viven con más distancia. Pero eso no implica que tengamos que reprimir nuestras emociones para evitar el juicio de terceros. Probablemente su presencia nos ha acompañado durante mucho tiempo y hemos compartido con él el día a día así que ha sido un ser muy especial en nuestras vidas y es importante permitirnos sentir tristes al ver que ya no está y conectar con el dolor.
Compartir los sentimientos con las personas que sabemos que nos harán sentir comprendidos. Todo con una medida saludable, es importante hablar de su pérdida pero a medida que pasa el tiempo también hay que procurar que este episodio no monopolice siempre las conversaciones.
Hacer un ritual despedida. Puede ser a través de una ceremonia específica y en este caso te pueden ayudar a decidirla en los tanatorios de mascotas, donde slgunos también cuentan con asistencia terapéutica si es necesario, o imparten talleres de duelo que pueden ayudarte. También puedes preparar una despedida íntima y simbólica en casa o en un lugar especial que lo identifiques con él y puedes escribir unas palabras para darle el adiós y agradecer todo lo que ha aportado a tu vida.
Reorganizar las rutinas. Poco a poco conviene ir sustituyendo los hábitos que teníamos con nuestra mascota con actividades que nos resulten agradables para aprender a generar nuevas rutinas sin su presencia.
No sustituirlo precipitadamente sin hacer un duelo. Es importante que nos tomemos un tiempo antes de dar el paso de tener una nueva mascota. Sólo estaremos preparados para disfrutar de una nueva mascota una vez que hayamos digerido y aceptado la pérdida anterior. Será entonces cuando estaremos listos para tener otra mascota y podamos apreciarla desde su totalidad, sin comparaciones con la anterior.
Como vemos, la pérdida de nuestra mascota puede ser un momento muy difícil para nosotros, sin duda. Pero también es importante no perder de vista que con el paso del tiempo los recuerdos pasarán a ser más agradables y la intensidad del dolor irá remitiendo. Lo más positivo que puede extraerse de este dolor, es que se debe a todo lo hermoso que ha significado y aportado a nuestras vidas, siendo muy felices en su compañía. Así que esa parte nos puede ayudar a valorar positivamente lo que se esconde tras el dolor, y es el hecho de haber disfrutado del regalo de su presencia mientras ha estado con nosotros. Aunque ya no esté, siempre lo querremos y lo seguiremos evocando con el mejor de nuestros recuerdos.