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  • Foto del escritorSílvia Pérez

Padres y adolescentes: cómo resolver los conflictos


CÓMO AFRONTAR Y RESOLVER LOS CONFLICTOS CON HIJOS ADOLESCENTES

Las relaciones afectivas aportan seguridad y mejoran nuestra calidad de vida pero también derivan en problemas cuando existen distintos intereses o puntos de vista. Los conflictos pueden resultar dolorosos y complicados de afrontar porque generan emociones negativas intensas. En estas situaciones, la mayoría de los adultos sabemos que es necesario emplear estrategias (escuchar las demandas del otro, expresar las nuestras, dialogar) para tratar de encontrar una solución pacífica que satisfaga a ambas partes. Aunque a veces nos cueste templar los nervios y aproximarnos a la postura del otro, jamás nos planteamos abofetear o pegar un cachete, insultar o amenazar con un castigo a nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o empleados en un negocio si hacen algo que nos molesta, si su comportamiento nos parece irritante. Si eres capaz de controlarte en estos casos, ¿por qué no con tu hijo o hija?

Los conflictos con nuestros seres más próximos son pruebas de resistencia que nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos y a nuestros allegados. Si conseguimos solucionarlos de una manera no violenta, permiten estrechar los lazos de esa relación afectiva, ya que indicará que el amor que nos une está por encima de las adversidades, el egoísmo, los malos entendidos o el orgullo.


ALGUNAS CLAVES PARA AYUDAR A SOLUCIONARLOS

Para solventar los conflictos es fundamental que todos los implicados sean conscientes de su parte de responsabilidad en el problema y tener voluntad de resolverlo. Si algún miembro no tiene interés o sus emociones le impiden estar abierto a buscar una solución, no será posible llegar a conciliar posturas.

También es necesario saber cuándo es el momento idóneo para intervenir. Si estamos muy enfadados o tensos con alguien, no es útil sentarnos a hablar en ese momento, ya que es muy probable que nuestro malestar aumente y se bloquee la comunicación.

Solucionar problemas de manera pacífica exige un ejercicio de autocrítica, de explorar nuestras motivaciones y debilidades y de honestidad con nosotros mismos y con el otro. Requiere desplegar herramientas de comunicación útiles como:

• La escucha activa. Tratar de entender lo que el otro quiere decirte aunque no compartas su punto de vista.

• Ponerte en su lugar. Es importante que muestres empatía, que se note que quieres entenderle.

Mantener un clima de respeto y cordialidad. Jamás emplees actitudes agresivas como insultos, reproches o amenazas: extreman las posturas de las personas enfrentadas y crean un clima muy desfavorable. No se pueden justificar las respuestas violentas pensando que son inherentes a nuestra naturaleza y que por ello son inevitables. Reaccionar de manera violenta es la vía más rápida y fácil, pero no la única posible si contamos con alternativas o herramientas para manejar la frustración que experimentamos ante los problemas y buscamos soluciones eficaces para resolverlos.

• Negociar. Hay que buscar salidas al problema y, seguramente, todos tendréis que ceder en algo y asumir compromisos.


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