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  • Foto del escritorSílvia Pérez

Los retos de la adolescencia


A los 13 años comienza la pubertad y con ella la adolescencia. Una serie de cambios físicos, psicológicos y conductuales que provocan cambios importantes en su forma de ser. Pueden mostrarse muy “inestables”, a veces parece que tengan una confianza exagerada en ellos mismos y en cambio otras, muestran una vergüenza excesiva. Sus gustos e intereses van cambiando. Forma parte de su desarrollo mostrarse cabezota y defender sus puntos de vista ante los adultos, pero necesita el apoyo de los padres , el afecto y la comprensión, sobre todo ante situaciones que se pueden complicar. Tienen la sensación de que no les puede pasar nada malo y no entienden la insistencia que tienen los padres en protegerlos, les cuesta entender sus puntos de vista. Sienten que sus padres se empeñan en tratarlos como niños y eso no les gusta porque sienten que ya son adultos. Empiezan a fantasear con su futuro, a sentirse identificado con otras personas y tienden a cambiar de aspecto, gustos y aficiones para tratar de encontrar su lugar.

Tener en cuenta las características de esta etapa ayuda a restar importancia a ciertos comportamientos que no te agradan (que se muestre menos cariñoso o más reservado, que tenga cambios de humor, que se aíslen). Tu hijo no desea llevar la contraria “porque sí”. La necesidad de diferenciarse de sus padres es esencial para el desarrollo de su propia identidad, lo alarmante sería un joven sumiso que no cuestionara nada. El principal reto como padres es aceptar los cambios de esta etapa, ofrecer cuidados y estabilidad, respetando su necesidad de independencia y privacidad y sus nuevos gustos. Es importante mostrar actitud de escucha y reflexionar con nuestro hijo sus puntos de vista y los nuestros. Así estaremos mostrando respeto por él y ofreciendo un buen modelo de comunicación.


¿CÓMO RESPONDER ADECUADAMENTE A SUS NECESIDADES ?

En esta etapa, los códigos que hasta ahora han marcado la relación paterno-filial deben revisarse de forma que el sistema de normas y sanciones se dialogue con ellos. Esto quiere decir que las normas se deben replantear y adaptar a su mayor autonomía, lo que implica necesariamente más libertad de actuación, pero también exige más responsabilidad por su parte. Las normas deben seguir basándose en los mismos principios de diálogo y respeto.

El vínculo afectivo establecido previamente y el estilo de comunicación utilizado los años anteriores tendrá una gran influencia en esta etapa de “crisis” y cambios. Es muy importante acompañarles en su propio desarrollo del sentido de lo que está bien y lo que no. Debes hablar con él o ella sobre prácticas que pueden ser dañinas como fumar, tomar drogas u otro tipo de situaciones que puedan ser peligrosas, así como proporcionarle además información afectivo–sexual.

Dialogar con él sobre los pros y contras de los temas que nos preocupan es más efectivo que prohibir. Si anteriormente has establecido unas bases de confianza mutua y hablas sin tabúes de distintos temas, le estas dando herramientas de autoprotección, capacitándole para decidir por sí mismo con la seguridad de que pueden acudir a ti si tienen algún problema.

ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS:

  • Pasad tiempo juntos, planead actividades en familia que agraden a todos.

  • Habla con él de sus amigos, de los temas que le preocupan. Muestra que tienes confianza en él y recuérdale que él puede confiar en ti, que estás ahí si te necesita, no des por hecho lo sabe y muéstrate disponible para cuando lo necesite.

  • Sé honesto con él o ella.

  • Muestra cariño. La expresión del afecto requiere un cambio cualitativo. Debido a su necesidad de independencia y los cambios por los que atraviesa su identidad (ya no es un niño y no desea que se le trate como tal) puede mostrarse reacio a que le muestres afecto de la forma en la que antes lo recibía con agrado. Prueba nuevas formas de demostrarle que le quieres.

  • Intenta entender sus sentimientos para comprender su comportamiento.

  • Apóyale y confía en él, potencia su autoestima. Anímale a confiar en sus valores y habilidades, a apreciar sus puntos fuertes y características que le hacen ser único o única.

  • Implícate en su ámbito académico: Charla sobre las tareas escolares y ofrece ayuda si es necesario. Interésate por lo que está aprendiendo y discute sobre ello.

  • Interésate por sus amigos y amigas, disminuye el control. Es adecuado y natural interesarte por saber con quién y dónde está pero sin que se sienta juzgado o vigilado.

  • Permítele pasar tiempo a solas en casa. Permanece cerca, pero respetando su privacidad


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