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Cómo afectan los incidentes críticos en los niños

Foto del escritor: Sílvia PérezSílvia Pérez


La gestión de incidentes críticos en niños, ya sean accidentes de coche, fallecimiento de personas allegadas, tragedias en las que han estado presentes…, es diferente que en los adultos, pues no tienen el mismo desarrollo cognitivo ni han desarrollado herramientas suficientes de gestión. Cuando se trata de niños estamos hablando de 0 a 9 años paroximadamente y en este periodo el foco recae principalmente en la figura de los padres (u otros adultos referentes) que son los responsables de sostener y acompañar al niño en estos momentos complicados. Ante todo, tenemos que tener en cuenta que según la edad que tengan los niños afectados, sus características evolutivas serán distintas y tendremos que ajustarnos a ellas para saber cómo tratarlos y manejar la situación de la forma más adecuada para ellos.

Por ejemplo, si nos centramos en los niños de 6 a 9 años, éstos presentan una mayor madurez cognitiva que los más pequeños, aunque no es todavía la de un adulto y por ello les hace especialmente vulnerables a tener informaciones malentendidas y fantasías que no se corresponden a la realidad. En esta franja de edad los niños son muy receptivos y captan las incongruencias, así que identifican cuándo lo que les decimos no se corresponde con nuestra actitud, y por ello hay que tener especial cuidado en mostrarnos honestos y coherentes con ellos. Además, a diferencia de los menores de 6 años, ellos ya comprenden que la muerte existe y que es irreversible y, aunque no tengan todavía conciencia de la propia muerte, sí que tienen conciencia en que sus seres allegados también pueden morir algún día.

¿Cómo les afecta un incidente crítico a los niños?

Las reacciones que pueden tener los niños frente a un incidente crítico pueden ser diversas y su forma e intensidad varía dependiendo de cada niño. En general éstas situaciones les genera importantes cambios conductuales, ya sea agitación, irritabilidad, alteración del sueño (pesadillas, hipersomnia), pérdida de autonomía y regresiones en su comportamiento (hacerse pipí, comer mal...). También se pueden dar cambios en los estilos comunicativos y algunos pueden estar más demandantes de lo normal y no parar de preguntar información, otros pueden retraerse y dejar de hablar... También puede aparecer miedo generalizado, esto es, miedo a separarse de las personas referentes, a ir a lugares desconocidos, a dormir solos… En estos casos debemos atender esos miedos y al mismo tiempo ayudarles a dimensionarlos para que no incida con exceso en su comportamiento. Todos estas reacciones se consideran normales si se dan durante las 4 semanas siguientes al incidente crítico y luego se reconducen, si se alargan por más tiempo o incluso se intensifican se debería contactar con un profesional para que lo valore.

¿Cómo actuar con los niños para ayudarles a gestionar la situación?

1 – Contener sus emociones. Tratar de evitar que sus emociones se desborden, dándole espacio para que se expresen, facilitando un ambiente relajado, ayudándole a dar nombre a lo que les ocurre (“veo que estás triste”) y apelar a algún pensamiento que les tranquilice (“pero date cuenta que papá y mamá están aquí para protegerte").

2- Calmar. Tras contenerlo, es importante calmarlo. Para ello tenemos que hablarle pausadamente, con un tono de voz suave y así ir bajando su nivel de activación. Podemos recordarle otros episodios similares en que él supo manejar sus miedos, por ejemplo: "¿Te acuerdas de aquella vez que te caíste y te hiciste herida y tenías mucho miedo y la doctora te ayudó a tranquilizarte?" para que haga un anclaje y rescate algunos de sus recursos para afrontar la nueva situación. No debemos decirle que si se calma todo irá mejor, pero sí podemos decirle que nosotros estamos allí para ayudarle a que las cosas vayan lo mejor posible.

3 – Informar. Una vez ya observamos que los niños están calmados, debemos darles una explicación corta y sencilla, adaptando nuestro lenguaje para que sea accesible a ellos, por ejemplo: "tú sabes que papá fue a trabajar esta mañana y fue en coche, pues bien, a media mañana nos ha llamado la policía y nos ha dicho que ha tenido un accidente". Es probable que nos pregunte si se encuentra bien y debemos ser honestos y claros: "no, está grave". Es importante no dar circumloquios porque no les ayuda. Tampoco debemos de minimizar lo ocurrido y tenemos que explicar lo que vamos a hacer porque la previsibilidad les calma. Como padres también tenemos que tener muy presente que tenemos que estar disponibles para contestar sus preguntas e incluso preguntarle abiertamiente si quiere asistir a los eventos que se hagan, como un entierro, y respetar su decisión pues su prioridad es estar con los padres y los rituales de despedida también les ayuda a elaborar lo sucedido.

4 – Normalizar. Es importante respetar lo que los niños sientan en ese momento. Tenemos que hacerle entender que es importante que exprese sus emociones y que las comparta con los adultos, ayudándole a poner palabras a lo ocurrido y aclarándole que es natural que se sienta así y que con los días se irán transformando esas emociones (no decirle que en unos días se sentirá mejor porque quizás no lo hace). Durante las 3 o 4 semanas siguientes al episodio tenemos que ser especialmente pacientes con sus comportamientos alterados (irritabilidad, regresioones...) y poder comprender lo que significan para gestionarlo sin enfadarnos.

5 – Consolar. Es recomendable animarles a que expresen cómo se sienten respecto a lo ocurrido mediante otros canales (el juego, el dibujo...). Si no quiere hablar debemos respetarlo y no insistir, pero tenemos que hacerle notar que estamos disponibles para cuando quiera hacerlo. También es importante ayudar a que el niño mantenga las rutinas habituales o se incorpore a ellas lo más pronto posible, así como motivar a que colabore en las tareas cotidianas sencillas como vestirse o poner la mesa para que no haya un quiebre en su rutina y tenga más elementos que lo sostengan.

Espero que os haya ayudado a clarificar algunos puntos importantes sobre cómo ayudar a los niños a elaborar un episodio trágico ya que a veces en una situación así los padres se sienten desorientados en qué es lo mejor a hacer, si esconder información, si hacerle partícipe.... Más adelante me gustaría centrarme en cómo gestionar esta misma situación cuando se trata de adolescentes, pues sus características y necesidades son diferentes, con lo cual nuestra forma de acercarnos a ellos también deberá ser distinta.


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