Hoy quiero dedicar esta reflexión a todas aquellas personas que acuden a terapia en busca de ayuda. Yo también acudí a terapia en su momento y por ello valoro lo importante que es dar un paso así. Para mí, decidir iniciar un proceso terapéutico es un acto de HUMILDAD en el sentido que implica reconocer y asumir cierta vulnerabilidad en uno mismo; Es un acto de RESPONSABILIDAD en la medida que uno se hace cargo de sus circunstancias y de su poder para lograr un mayor bienestar personal y relacional; Y, en definitiva, es un acto de AMOR. Y cuando hablo de amor me refiero a la concepción más amplia que puede atribuirse al concepto de amor, pues denota que uno aprecia su propia vida (y la vida de los que están a su alrededor en el momento que puedan beneficiarse también del cambio), así como confía lo suficiente en las capacidades de un tercero como para depositar en él su esperanza de mejora. Por ello, vaya por delante todo mi respeto y admiración hacia aquellas personas que se responsabilizan y movilizan para lograr una mejoría en su vida, sea cual sea.

Por otra parte, y desde el lugar que me ocupa como psicoterapeuta, me siento orgullosa de la profesión que ejerzo y de todo lo que me aporta en mi vida. Para mí es un gran honor ser partícipe de todas las historias de vida que me traéis a consulta. Con ello me enriquezco enormemente de vivencias, pensamientos, sentires y funcionamientos de lo más diversos. Me conmueve ser la persona en la que depositáis vuestros anhelos, vuestras heridas, vuestras intimidades... y me honra acompañaros en vuestra evolución personal, conyugal y familiar.

Además, con vosotros tengo la oportunidad de incorporar mi mayor placer a mi cotidianidad: viajar. Aún y mantenerme en mi despacho, vuestras historias me permiten seguir viajando a numerosos escenarios repletos de complejidad. Es apasionante transitar por nuevos mundos, con ellos yo amplío mi marco de comprensión, expando mis experiencias participando de las vuestras e incorporo nuevos aprendizajes en la medida que os acompaño en vuestra evolución.

Así que sólo me queda daros las GRACIAS, pues el mérito de que pueda ejercer mi profesión con esta satisfacción es, en gran parte, vuestro.