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Ulises y las sirenas: mantener el rumbo

Foto del escritor: Sílvia PérezSílvia Pérez

El canto de las sirenas, representa en la mitología antigua, el poder del espejismo y el hechizo para apartar al hombre de su ruta. Los marineros, al escuchar el seductor canto de estas criaturas marinas, caían en un estado abrumador que les hacía estrellar su navío contra los arrecifes y así naufragar.

Ulises, advertido del peligro de este seductor canto, pide a sus marineros que le aten al mástil del barco, habiendo antes colocado en los oídos de sus marinos tapones de cera que prevengan a estos de escuchar el hechizante llamado. Ulises permanece fijo en su propósito al atravesar la zona de peligro, puede ver y escuchar, y sin embargo no puede moverse ni sus hombres escuchan su pedido de desatarlo en momentos de tribulación y tentación.

Ulises bien podría simbolizar aquí la experiencia del hombre en la cruz fija, la voluntad inconmovible ante los movimientos de la forma. Es de destacar que es Ulises quien pide a sus marinos que le aten, por propia voluntad... aquí los marinos pueden ser asimilados a los elementales inferiores que constituyen la personalidad, sus oídos están sellados a las voces del espejismo, sólo es el Capitan del barco, Ulises quien puede ver y oir, pero se ha aferrado por propia voluntad a la determinación de llegar a destino y atravesar el campo de la bruma y la seducción de las sirenas.

A pesar de la actitud acechante de las sirenas, de su encantador e hipnótico susurro, Ulises mantiene su mirada hacia delante, está crucificado en su propósito, FIJO, por sobre las aguas. nada impedirá que Ulises llegue a su destino, nada le desviará de su Itaca.

Las sirenas pueden interpretarse como los pensamientos intrusivos en forma de rituales de comprobación/preguntas/dudas de las personas con perfiles obsesivos. También pueden aplicarse a las relaciones de dependencia cuyo canto puede reflejar la necesidad de permanecer en la lucha del "amor" pese a sus conocidos perjuicios. No es conveniente acercarse a las sirenas para examinarlas cuidadosamente o para responder a sus preguntas pues hacerlo comporta finalmente sucumbir a su poder destructivo.

(Fuente adaptada del libro "Prometeo en el Diván" de Manuel Villegas).


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