¿Eres adolescente y sientes que los conflictos te superan? ¿Tienes alguien cercano a ti que está transitando su etapa adolescente y no sabes cómo ayudarle a gestionar los problemas con los que se encuentra?
Adolescentes, padres y madres, profesores... A continuación detallo algunas claves para ayudar a que los adolescentes puedan resolver los conflictos que pueden aparecer en su cotidianeidad de forma eficaz y manteniendo el control de la situación.
1. IDENTIFICAR LAS EMOCIONES: Aspectos verbales y no verbales.
Para poder comunicarnos de una forma saludable con los demás y con nosotros mismos es necesario disponer de un amplio vocabulario, lo necesitamos para hablar de cualquier tema que nos concierna y, cualquier tema que nos concierna está envuelto en emociones. Por tanto, es imprescindible saber identificar los propios sentimientos y hablar sobre ellos con claridad. En cualquier expresión de emociones, debemos ser concientes que intervienen tanto componentes verbales (qué se dice, cómo se dice, tipo de palabras…), como componentes no verbales (gestos, postura, mirada, expresión de la cara…).Todas las emociones que sentimos en nuestro interior las expresamos con gestos de la cara (los músculos faciales están conectados con nuestro Sistema Límbico, por eso lo que sentimos lo expresamos rápidamente en la cara), con todo nuestro cuerpo y también con nuestra conducta.
¿Creéis que todos sentimos de igual forma las emociones? En nuestro día a día podemos comprobar como cada uno vive de forma diferente las situaciones, siente y da un sentido propio a las emociones y las expresa de forma particular. Lo que para uno puede ser una situación que le genere rabia, para otro será tristeza, o para otro vergüenza. Además, como pasa con la ropa, las emociones tienen diferentes tamaños o grados. Dos personas pueden tener el mismo sentimiento acerca de algo, pero una de ellas puede sentirlo más. Desde este punto de vista, ¿creéis que es importante ser capaces de “leer” cómo se está sintiendo el otro? Consideramos que tanto la autoconciencia, como la empatía son factores decisivos para el manejo de conflictos sociales y personales. Por eso es importante que cada uno sea capaz de reconocer cómo se está sintiendo él y ómo puede estar sintiéndose el otro.
2. RECONOCER LOS INGREDIENTES QUE CONFIGURAN NUESTRA EMOCION
Las emociones tienen aspectos muy positivos pues nos sirven de brújulas para saber qué nos afecta y qué necesitamos, nos ayudan a sobrevivir avisándonos de peligros próximos y desencadenando respuestas apropiadas, nos motivan a actuar para llevar a cabo un objetivo, nos llevan a formar relaciones fuertes con otros que aseguran nuestra seguridad y bienestar, etc. Sin embargo, las emociones también pueden causar conflictos o intensificarlos, especialmente cuando éstas son intensas y están fuera de control.
De todas las emociones la que puede causarnos más problemas a la hora de resolver los conflictos es la rabia. ¿Creéis que si no controlamos nuestra rabia podemos solucionar bien nuestros problemas? A veces la intensidad del enfado es la que nos controla a nosotros y nos lleva a hacer cosas que luego nos arrepentimos y nos hacen daño. Así que una vez hemos IDENTIFICADO cómo nos sentimos, es importante RECONOCER los ingredientes que configuran y alimentan nuestro enfado para tener control y autogestionar mejor la situación. Reflexionar sobre estas cuestiones nos pueden ayudar:
Qué es lo que a cada uno nos hace enfadar. A algunos les es más fácil enfadarse en situaciones en que no consiguen que las cosas salgan como uno quiere, a otros en situaciones en que se sienten abusados por el otro, ...
Cuándo nos enfadamos. Hay momentos y situaciones que predisponen a que emerja de forma más rápida nuestro enfado. Por ejemplo a algunos les es más fácil enfadarse cuando están cansados, a otros por la noche porque ya han acumulado muchas tensiones, otros cuando tienen hambre,…
Cómo nos enfadamos. Muchas veces no somos conscientes pero existen señales nos alertan que nos estamos enfadando: sentir que nuestro corazón palpita más rápido, tensión en la mandíbula, sentir un fuego por dentro, las pupilas se dilatan, la respiración se acelera... A este proceso se le llama la cadena de la ira y nos sirve para darnos cuenta de que nos estamos enfadando y poder tener control sobre la situación.
3. LA RESPIRACIÓN Y RELAJACIÓN
Otro aspecto que nos va a ayudar mucho a la hora de regular nuestra rabia es LA RESPIRACIÓN. ¿Sabéis lo que le ocurre a vuestra respiración cuando experimentáis fuertes emociones como la ira, miedo o tristeza? Las fuertes emociones provocan una respiración más superficial, con rápidos y cortos respiros. Cuando os concentráis en la respiración y hacéis respiraciones profundas podéis reducir la fuerza de vuestras emociones y tenerlas bajo control más fácilmente. Esta respiración ayuda a mantener el control.
La mayoría de las veces probablemente no somos conscientes de cómo respiramos, normalmente lo notamos cuando corremos o nos quedamos sin aliento. Primero prestad atención a cómo respiráis,. En general hacemos una respiración pectoral, es la que se queda en la parte superior del tronco, y la que nos va a ser útil poner en práctica en estas situaciones es la respiración profunda. Esta repiración nos va a ayudar a relajarnos, es una forma de decirle a tu mente y cuerpo que no se excedan en actuar.
Si queréis podéis seguir estas indicaciones para practicarlo: Manteneos en silencio en una posición cómoda, con ambos pies planos sobre el suelo y la espalda apoyada en el respaldo de la silla. Trata de relajar tus músculos, siente como se dejan caer. Cierra los ojos, verás que es más fácil que te relajes. Coloca una mano en el estómago justo debajo del ombligo. Ahora trata de respirar tan profundamente que con cada respiración nuestra mano se levante y baje, centra tu atención en la subida y bajada de tu mano. Haz 5 o 6 respiraciones así y una vez practicado ya puedes hacerlo sin necesidad de colocar las manos en el estómago.
Una vez entrenados en la respiración, otra cosa que puede ayudarnos a controlar las emociones es seguir con LA RELAJACIÓN. La técnica más usada en estos casos es la Relajación Progresiva Muscular de Jacobson en la que no me extenderé puesto que podéis encontrar las indicaciones a seguir en cualquier buscador.
4. EL CONTROL DEL PENSAMIENTO
Primero contestar a esta pregunta: ¿cuántos habláis con vosotros mismos?
Hablar con uno mismo tiene un nombre, se llama ‘pensar’, así que todos hablamos con nosotros mismos. No hay nada de malo en ello, pero es mejor no hacerlo en voz alta. Muchas personas a veces nos decimos cosas que nos hacen sentir mal, y ni siquiera nos damos cuenta que lo estamos haciendo. Por ejemplo, si yo pienso que no valgo para nada, me lo acabo creyendo y acabaré por no hacer nada. Pero si yo pienso que puedo hacer muchas cosas probablemente actuaré en coherencia a ello y las acabaré haciendo. Así que es importante ver cómo podemos usar la capacidad de hablar con uno mismo para controlar el enfado/la rabia, decirnos cosas positivas nos ayudará pensar con más serenidad o calma.
Vamos a poner un ejemplo para entenderlo mejor: Dos amigos van caminando de noche por la calle. De repente se escucha un ruido. Manuel piensa que hay alguien siguiéndolos, siente miedo, grita y sale corriendo. José piensa que ha sido un gato, se queda tranquilo y sigue caminando.
Como refleja el ejemplo, ante determinadas situaciones, distintas personas reaccionan de forma diferente. Esta reacción depende del tipo de pensamiento que tengamos sobre ese hecho. Los pensamientos nos hacen tener unas emociones u otras y en función de ellas reaccionamos de manera distinta. En este caso Manuel piensa que es un ladrón y se asusta y José piensa que es un gato y sigue tranquilo. Esto sucede así porque hay una relación directa entre lo que pensamos y lo que sentimos.
Vamos a imaginarnos otra situación. Estamos esperando pacientemente 30 minutos en una cola para entrar a un concierto. La cola se mueve muy lentamente, hace mucho frío, estás cansado, te duelen los pies… Cerrad los ojos e intentad sentirlo. Ahora imaginad que llega un compañero del colegio al que no conoces mucho pero no has tenido ningún problema con él y se cuela, tú le dices de buenas maneras: “todos estamos haciendo cola”, él se da la vuelta y te manda a la mierda. Vamos a pensar lo que os estáis diciendo por dentro, no lo que le diríais a él… ¿Qué es lo primero que se os ha pasado por la cabeza? Puede ser: “vaya morro, ¿quién se cree que es?”, “a mí nadie me envía a la mierda, se va a enterar”, “menudo idiota”, … ¿Cuáles de estos pensamientos nos harán enfadarnos todavía más? Nosotros es lo que llamamos hablar con uno mismo de forma destructiva porque nos enfadarán más y nos llevarán a perder el control. ¿Por qué si pienso esto qué es lo más probable que le contestemos al que se ha colado? ¿se os ocurre alguna frase o palabra que nos pueda ayudar a mantener la calma?. Podríamos probar con “si me pongo nervioso no conseguiré nada”, “no vale la pena ponerme a su nivel”, “voy a relajarme porque es él el que tiene un problema…”, "No sabe lo que dice, debe estar borracho", "no sé lo que le puede pasar hoy porque otras veces no está así", "yo paso de líos"…Esto es lo que llamamos controlar el pensamiento, porque entonces eres dueño de ti en esa situación, decides qué hacer sin perder el control ni crear más problema. No poder controlarnos es como permitir que otro mande en nosotros, y ¿quién quiere eso?.
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